La Jornada: Una bolsa de pan dio origen al proyecto de Las Patronas
Y del tema: Concepto y
características del proceso de la comunicación intrapersonal e interpersonal.
Habilidades
comunicativas: Hablar, oído, crear ruido y estar en silencio. Tacto. Gusto.
Olfato.
Explicación
"Largo es el camino de la
enseñanza por medio de teorías;
breve y eficaz por medio de
ejemplos".
Entre los participantes del
proceso comunicativo desde los emisores y receptores se manejan los cinco
sentidos que nos llevan a una serie de sencillas reflexiones sobre las
habilidades comunicativas.
Primero es ver: Al ver
estamos abiertos a todo. Distinguimos el rostro del otro, nos percatamos mucho
más que lo que se nota. Percibimos con los ojos los sentimientos de los demás,
lo que se mueve en el mundo. La creatividad que nos muestran los artistas a
través de su inteligente; lo que nos permite tener la libertad de seleccionar
lo que deseamos.
Tanta vemos de la vida por ella, que no nos abruma
el poder verlo todo lo que podemos y queremos. No dejar todo en las apariencias
llamativas, sino ampliar nuestra visión de la vida de un humilde trabajador, de
un pueblo insignificante. La luz con que vemos todas las cosas, pero a las que
no vemos también las imaginamos. Solo vemos y manifestamos un sentimiento, una
alegría, una pasión, un descubrimiento que nos explica una duda latente.
Ahora vemos como en un espejo, borrosamente;
después lo contemplamos cara a cara. Ver a los demás no significa morir. Pero
la lógica del conocer nos destruye para revivirnos. Depura nuestra mirada para
que veamos por primera vez, a veces inconscientemente lo hacemos después de
muchos años.
Hacer la vista hacia algo nos lleva a una
conversión, a una irradiación. Son encuentros inesperados, con lo venerado o lo
místico que nos conducen a una mezcla de distintas soluciones. Parte de ese
proceso es lo que conocemos como la conciencia de la oscuridad. La ceguera que
se descubre en parte culpable, y en parte purificadora, como preparación para
una luz diferente.
Afortunadamente podemos percibir la belleza
creativa que sigue saliendo de la oscuridad. Su forma se ve en aquellos que
dejan que se los formen. En los respetables. Que son los que aman a fondo. En
ellos resplandece la forma mística. Aunque no lo conozcan.
Como seres humanos, no solamente abrir nuestros
ojos a los innumerables sometimientos, ajenos y propios, ser capaces de crear
nuevos símbolos de nuestro deseo de ser.
Pero negarnos a ver el espectáculo degradante, el
falso acontecimiento entupido, el palco de caretas, para acercarnos a observar
al compañero que trabaja humildemente, al estudiante que es realmente tal, a
quien se ocupa de su comunidad. Aprender de los otros.
En seguida es
hablar, oído, crear ruido y estar en el silencio. El ruido actual
sólo puede ser percibido por quien alguna vez fue o será capaz de hablar. El
caos, a veces, produce nuevas armonías, sintonías que identifican nuevas
estructuras. Aunque lo que prevalece entre nosotros por ahora, parece ser, más
que nada, pura bulla.
Los sonidos más frecuentes hoy no son tan
agradables. Un grupo, un hablante irritado; en la calle, el tráfico insolente;
en el hogar, la televisión como figura y como fondo; en la fiesta, puro volumen
enlatado.
Llama la atención la incapacidad para hacer
silencio y escuchar, en la escuela, o en cualquier reunión. Parece que no
tenemos tiempo, ni hábito, de silencio, exterior e interior.
A la hora de analizar cómo hablamos, es notable el
empobrecimiento del vocabulario y recursos utilizados. Por no mencionar la
redundancia en los temas. Evidentemente la carencia de lenguaje no atenta
solamente contra la expresividad, sino por sobre todo, a la capacidad de
experimentar y entender la realidad de una manera más rica en matices y
complejidades. Hay que reflexionar en los temas de discusión, que en su gran
mayoría son los que prevalecen en el ambiente social que los impulsan los
locutores y artistas de radio y televisión o los comentaristas deportivos.
En occidente se reconoce una fuente de identidad
que es la que expresaba Aristóteles: "el hombre es el único entre los
animales que posee el don del lenguaje. La simple voz, es verdad, puede indicar
pena y placer y, por tanto, la poseen también los demás animales [...], pero el
lenguaje tiene el fin de indicar lo provechoso y lo nocivo y, por consiguiente,
también lo justo y lo injusto, ya que es particular propiedad del hombre, que
lo distingue de los demás animales, al ser el único que tiene la percepción del
bien y del mal, de lo justo y de lo injusto y de las demás cualidades morales,
y es la comunidad y participación en estas cosas lo que hace una familia y una
ciudad-estado."(La política).
La razón se ejerce a través del diálogo. La
percepción de la justicia es un producto de los grupos humanos que tienen
institucionalizada, de diversas maneras, la participación inteligente y
personal de sus miembros. No es algo que unos iluminados van a enseñar, ni algo
previo a la existencia de la misma sociedad. Es aquello que la identifica, y la
integra al resto del mundo. Pero su identidad e integración son dinámicas, y
solo posibles mediante el ejercicio habitual del habla razonable, en
condiciones de igualdad y de no coacción.
El logos es
a la vez palabra y razón, discurso y lógica. Cuando estos aspectos se separan,
se pierden. Y así anulados, no es posible la comunidad, ni la persona.
Para la supervivencia del mundo, en el futuro
cercano, se hace necesario reconectar estos ámbitos con la vida y el lenguaje
cotidianos, para poder discutir, juzgar, decidir, sobre estos aspectos, de
acuerdo a los fines que nos propongamos, participativamente, y no por la
inercia de los sistemas de poder.
En la evolución del ser humano, la capacidad de
hablar, utilizando conceptos válidos más allá de la presencia inmediata de su
referencia, permitió el desarrollo de una conciencia temporal. Salir de la
clausura en el presente también posibilita tomar decisiones respecto al futuro.
Ser libres. Esa capacidad (de pensar mediante el lenguaje, dialogando) se
actualiza sólo mediante su aprendizaje cultural, sobre todo, en los primeros
años de vida.
Es interesante ver como todos los chicos criados en
estado salvaje, por animales, o en estado de absoluto aislamiento, una vez
integrados a la sociedad, jamás pudieron aprender a manejar más que unas pocas
palabras, y nociones éticas. Siguieron siendo como animalitos, más o menos
"domesticados". Por eso asusta ver la creciente dificultad de
expresión y razonamiento en los niños. Porque después de cierta edad esto ya no
se aprende más. La carencia es irreversible.
Tanto el aspecto dialógico, como el temporal, del
pensar, no pueden faltar. Cuando este se vuelve pura repetición del discurso
dominante, cuando excluye a los implicados en él, cuando desprecia
posibilidades de novedad real en la historia, cualquier lenguaje, por más
trasgresor que parezca, es funcional al ruido desgastante.
Pero el discurso de la modernidad se ha frenado no
por falta de palabras, y exceso de imágenes, sino por agotamiento. El ideal de la ciencia como garantía del futuro; del Estado, la política y la ley como protectores de las masas; del
progreso indefinido por el trabajo y la tecnología; se ha vuelto, al menos, ambiguo.
Sin embargo, el lenguaje sigue siendo capaz de
comunicar, y de abrir mundo. Hoy tenemos la oportunidad de un discurso nuevo,
más plural, más libre. Cansados de frases vacías, todavía no es fácil discernir
quiénes tienen una palabra realmente original, "autorizada". Aunque
se reconoce la vacuidad del mero eslogan publicitario, es difícil ir por otros
carriles, si se quiere ser escuchado. Esto sucede incluso a los intelectuales.
Aunque las sinfonías no están de moda, algunos de los que creen en la verdad, tienen la esperanza de que esta
sea "sinfónica". Que se dé en la complejidad de redes y referencias plurales. En ese dinamismo de lo uno y lo múltiple, en el
que confluye el cosmos, lo divino, y lo humano. Un nuevo equilibrio entre ritmo, melodía, y armonía. Podría decirse
que en el ritmo palpita lo eterno e inmutable; en la melodía la historia y el
progreso; en la armonía la relación esencial entre partes
"accidentalmente" agrupadas.
Tal vez sea tiempo de reconectar estos aspectos de
la realidad. El latir de la tierra, los devaneos de la razón y el sentimiento, los
acordes sagrados de lo trascendente/inmanente. En música, esto se escucha en
algunos artistas que fusionan estilos y culturas diversas, que, precisamente,
se complementan en estos aspectos.
Para lograr reconectar los aspectos antes
mencionados, antes hace falta callar. Desintoxicarnos. Apagar aparatos.
Apartarnos un momento. Y escuchar. Tal vez empecemos a percibir el silencio. Si
perseveramos, hasta es posible que comencemos a notar que todo surge de ese
silencio primordial. Que todo es palabra. Percibir el silencio, que nos habló.
Nos habló porque somos su palabra, y nos habló porque se dirige a nosotros. Así
oiremos todo ser como palabra, como expresión del Ser, que a su vez se origina
en un indescifrable silencio.
Tacto. Para
experimentar hay que tocar la verdad. El tacto es el
sentido más primitivo, el más antiguo. Si ya la membrana celular es "inteligente",
en cuanto regula el intercambio con el ambiente, mucho más lo es la piel, el órgano más grande del cuerpo. En cierto modo, los demás sentidos son
especializaciones del tacto.
Tal vez ese carácter arcaico le da su fuerza, el poder de sus impresiones. La sensación de que sus dictámenes son la
última instancia respecto a la realidad. Si lo puedo tocar, existe, es de
verdad.
Aunque hay quien opina[1]
que nada puede estar presente a la mente sino una imagen o percepción, y que los sentidos sólo son conductos por los que se transmiten estas
imágenes sin que sean capaces de producir un contacto inmediato entre la mente
y el objeto O sea, que ni tocándolos podemos llegar a conocer los objetos en sí
mismos. Para no quedar mal, tendríamos que desechar aquello de que cuando el
sabio señala la luna el necio se queda mirando el dedo.
La experiencia sensible es muy importante, pero lo
real es otra cosa. Tanto se ha transformado nuestro tacto: desde el dedo
(dígito) que toca, al dedo que cuenta, al que combina, al que representa, al
que es. El auge de la cibernética tal vez hable de una necesidad de comunicación, pero a distancia. Distancia corporal no. Miedo a
la proximidad. Tal vez por separar tanto el cuerpo de las otras dimensiones de
la persona.
Pero más allá de la ideología de la experimentación total,
¿qué es lo que realmente tocamos?, ¿qué percibimos hoy sin nuestros ojos y
oídos?, ¿en qué medida usamos nuestra piel para conocer el mundo? No parece que
hayamos llegado a una situación satisfactoria: entre el miedo a tocarnos y el
manoseo; entre la experiencia "real" y la "virtual".
Cuando hay amor y entrega, el cuerpo acariciado es
protagonista pero no desplaza a la persona; la hace presente de modo tangible y
valioso. En cambio, si la caricia busca solamente placer sensorial, el cuerpo invade todo el
campo de la persona. No se ama a ésta; se quiere el agrado que produce su
cuerpo. Ésta presenta las condiciones de los "objetos": es asible,
delimitable, poseíble, desechable.
Esta y otras violencias al cuerpo provocan una
reacción defensiva, que nos limita. Así, necesitamos impresiones cada vez más
fuertes para reaccionar, para que algo nos toque, nos conmueva, y nos hagamos
cargo.
El tacto es el sentido de la proximidad. Pero para
poder estar próximos, hay que formarse para eso. Aprender a tratarse con tacto.
Con delicadeza.
La facultad de "tocar" tiene dos
vertientes. Por un lado se manifiesta como capacidad de sentir, de percibir con
cierta pasividad, dejándonos afectar. Y por otro lado como posibilidad de hacer
sentir, de modificar activamente. Estos aspectos en la modernidad se separaron
en distintas corrientes, predominando una u otra, según la época y las sociedades. El ansia de dominio y "manipulación" lleva a la destrucción de culturas y
naturaleza.
Somos contingentes. Contingencia significa que
tocamos nuestros límites y que lo ilimitado nos toca tangencialmente. Lo contingente es real pero
ambiguo, mortal, cambiante; y sin embargo, inabarcable en sus relaciones,
fundamentos, posibilidades.
Gusto. Cocina
para todos. La evolución de los sentidos nos dotó de un gusto para los sabores que se
vincula en lo útil de nuestra alimentación para vivir con el placer. Pero también nos dotó de razón, para cocinar
creativamente y disfrutar saludablemente de las posibilidades de este mundo
comestible y ardiente a la vez.
La comida, su presencia, ausencia, diferencia,
puede ser motivo de vida, unión, placer, novedad; o de muerte, división, dolor, rutina. En su sentido más profundo, siempre ha servido
como símbolo y causa de comunión. De vínculo con la naturaleza, que nos
alimenta, y que debemos trabajar con respetuoso cuidado. Con los demás
acompañantes que comparten el pan y vino, como en el banquete, pero
literalmente, los que beben juntos, como bebedores discurren sobre el amor y la
belleza, aunque nosotros hemos separado demasiado: en las reuniones falta
"vino", y en el vino falta "verdad".
Pan y vino que son frutos de esfuerzo de una
comunidad, de tecnologías y acuerdos. Reconocimiento de nuestra contingencia, y
ocasión para agradecer el don de cada día. Vínculo con lo sagrado (desde el
árbol del bien y del mal de Adán y Eva hasta el banquete celestial; pasando por
el Organismo de los Vedas, las comidas gremiales romanas, etc.). El misterio de
la existencia, la compenetración de diversas dimensiones, la transfiguración de
lo cotidiano y la encarnación de lo infinito.
Necesitamos una nueva sabiduría para saborear. Un
nuevo gusto por la vida, la verdad, el bien, la belleza. Sirven entonces solo
de distracción, de que más se viene a estar necesitado cuanto más se usa de
ella, para echar fuera el descontento del espíritu consigo mismo, con lo cual
se hace este aún más inútil y más descontento.
Para Aristóteles la reflexión sobre los placeres
corporales "solo son buscados por quienes no pueden apreciar otros, y
equivale a prepararse a sentir una sed insaciable (…) el hombre prudente y
templado busca con mesura los placeres que contribuyen a la salud y el bienestar; aprovecha los
demás que no dañan a éstos, ni son inconvenientes, ni están fuera del alcance
de su fortuna"[2]
Para Epicuro "cuando decimos que el placer es
el soberano bien, no hablamos de los placeres de los pervertidos, ni de los
placeres sensuales (...). Hablamos de la ausencia de sufrimiento para el cuerpo
y de la ausencia de inquietud para el alma. Porque no son ni las borracheras,
ni los banquetes continuos, ni el goce de los jóvenes o de las mujeres, ni los
pescados y las carnes con que se colman las mesas suntuosas, los que
proporcionan una vida feliz, sino la razón, buscando sin cesar los motivos
legítimos de elección o de aversión, y apartando las opiniones que pueden
aportar al alma la mayor inquietud"[3] (
Si bien es cierto que tanto la caridad, como el
placer, "empiezan por casa", el riesgo es olvidar que la casa (lo cercano, los que tienen intereses y gustos
comunes), no está en el aire, depende y es responsable, al menos en parte, de lo que está
"fuera" de él. Es llamativo que la sobreabundancia de la alimentación
se da en un momento en que el sistema social capitalista lo incrementa, aunque
una mayoría de la población apenas tiene para lo básico.
Actualmente el ingrediente más raro pasó a ser la
carne de un filete, la receta más exótica la de la parrillada de los fines de
semana. Actualmente nos conformamos con la ilusoria libertad de consumo. Nos empalagamos de imágenes de los que podríamos tener, de
"noticias" que no agregan nada, de miles de objetos no digeribles. Y
perdemos sensibilidad para el hambre de los otros, y también nuestro. Hambre de
humanidad para todos. O de algo aún mayor.
Si bien los gustos no son cuestionables como los
conceptos claros, descansan en la naturaleza humana, y presuponen su
comunicabilidad, y la posibilidad de ser compartidos con los demás. El gusto es
la facultad de juzgar a priori la comunicabilidad de los sentimientos que están
unidos con una representación dada. Pueden educarse, bien o mal. Hoy esa
formación muchas veces se encubre, quienes lo hacen son los conductores de los
medios de comunicación masivos quienes repiten los mismos mensajes hasta la
náusea, la impresión es que nadie le dice a nadie como debe vivir, y de que
cada uno elige con libertad absoluta de qué alimentarse.
Eso hace que el (mal) gusto sea difícilmente
criticable, porque parece lo más espontáneo del mundo. Y lo que nos
"tragamos" nos constituye. Hasta el ridículo.
Aunque en la cocina no hay propiamente
"representación", sino "presentación", sin embargo la
comida misma (presente o ausente) puede funcionar como representación, en el
debido contexto, y simbolizar así alguno de los sentidos de lo humano. Que como
decíamos antes, pueden tener que ver con distintos modos de comunión con la
naturaleza, con la humanidad. Unida a otras expresiones sensibles (visuales,
auditivas, cenestésicas, etc.), tiene la ventaja de otorgar una experiencia más
completa, de integración total y vital. Y sus posibilidades de hacernos
entender, en ese juego de la imaginación, también nos alimentan. "No solo
de pan vive el hombre".
Contrariamente al dicho popular, todo lo que se
escribe es sobre gustos, de una u otra manera. Y también lo que se ve, hasta en
sentido literal. Porque nunca hubo en televisión tantos programas de cocina como hoy. Parece que estuviéramos
descubriendo que hay algo más que milanesas y papas fritas.
Olfato. Persuasivo,
cuerpo invisible. En cuanto los modos de conexión con el mundo, cada
uno tiene un alcance diferente, tanto por la distancia como por la eficacia. En
este orden (de lo más lejano a lo más inmediato): vista, oído, olfato, tacto, gusto. También en cuanto a su significación, mezcla
posibilidades de los otros sentidos. Me parece que el olfato tiene cierta
cercanía al cuerpo (propio y ajeno), a lo táctil, que lo diferencia de la
vista, que es más "abstracta", y cuyas imágenes son más elaboradas
(incluso son más complejas en cuanto al funcionamiento del cerebro que las "produce").
Pero al mismo tiempo, el olfato toca un cuerpo que
puede ser invisible y más lejano (con respecto al tacto); y sobre todo, lo toca
de una manera no perceptible a la vista, a diferencia del tacto, donde, por
ejemplo, puedo ver la mano que, además, controla mucho más que la nariz. Puedo
determinar si acaricia o golpea, en cambio no puede, determinar a voluntad que
un olor sea amigable o agresivo.
Es una pasividad que se dificultad dominarla aun
mediante la concepción, se nota también en el hecho de que la mayoría de los
términos que se usan para describir sus sensaciones son tomados de los otros
sentidos, o simplemente de los objetos a los que se refiere.
La "invisibilidad" antes mencionada,
unida a otras características, parece que le da al olfato cierta interioridad,
pero no abstracta, sino concreta, que podríamos comparar con otro tipo de
realidades de tipo material/espiritual, donde se percibe cierta trascendencia,
como son los símbolos, los misterios. Pero en este caso lo percibido lleva
habitualmente a significaciones simples, derivadas de
asociaciones "primitivas" (entre un olor y una experiencia o una
imagen fuerte), poco elaboradas para convertirse en símbolos por sí mismas (con
una significación más precisa y al mismo tiempo más universal).
Por esa razón, lo mismo que con el gusto, en el
caso de la perfumería, no se podría hablar de arte porque no transmite
(intuitivamente) conceptos. Pero sí penetración de la realidad en su
"hálito" material, casi tangible. Y sobre todo, asociación de
vivencias.
"Hay en el perfume una fuerza de persuasión
más fuerte que las palabras, el destello de las miradas, los sentimientos y la
voluntad. La fuerza de persuasión del perfume no se puede contrarrestar, nos invade
como el aire invade nuestros pulmones, nos llena, nos satura, no existe ningún
remedio contra ella.
Tal vez porque es un modo de "intuición"
(etimológicamente: tocar dentro). Pero muy especial, porque en este caso, los
interiormente tocados somos nosotros.
El olfato es un sistema muy antiguo en la evolución
de los animales, y por lo mismo, es de los primeros en funcionar en el
desarrollo individual: los chicos preferirán los olores de las comidas que las
madres más ingieran durante su embarazo. De los 0 a los 5 años usamos muchísimo los
sentidos del olfato y del gusto. Se ha revelado que los recuerdos relatados a
lo vivido entre los 15 y los 30 años se refieren sobre todo a palabras e
imágenes. En cambio los olores nos retrotraen a experiencias de la niñez, entre
los 5 y los 10 años.
La detección de olores es máxima a los 20 años y
empeora con la edad. La identificación de los olores aumenta de los 20 a los 40
años, se mantiene entre los 40 y 60, y decae a partir de los 60. Pero la parte
del cerebro que el olfato utiliza decrece a medida que se avanza en la escala evolutiva.
En los seres humanos 50 % del cerebro puede estar
afectado por información visual, y solamente el 1% olfativa. Los estudiosos
Richard Axel y Linda Buck, por sus estudios sobre el sistema olfativo descubrieron
que tenemos unos cinco millones de receptores, agrupados en 350 tipos
distintos, que nos permiten distinguir alrededor de 10 mil olores. Y aunque un
perro tiene una zona olfativa 40 veces más grande, el Dr. Gordon Shepherd,
afirma que el olfato humano funciona mejor de lo que se creía, comparándolo con
el de los animales: porque para su eficiencia coadyuvan la capacidad cerebral y el lenguaje.
En los humanos ha perdido importancia como factor
de supervivencia y de comunicación social (sustituido por el lenguaje y la
vista), pero la ha mantenido y en relación a los alimentos y perfumes florales. Una de sus funciones más importantes ha sido alertar sobre substancias
tóxicas o peligrosas. Con el gusto una mala experiencia provoca aversiones muy
duraderas. Está ligado a la memoria emocional (el bulbo olfativo se conecta
directamente con la amígdala y el hipocampo).
Detenerse a tomar conciencia de los olores (de las
cosas, o de las personas), parece de mal gusto, "primitivo",
demasiado cercano a lo animal. Menos respecto a la comida, o a los perfumes.
Tal vez es por lo que antes mencionábamos respecto a la evolución de este
sentido en nosotros.
Pero tomar conciencia de nuestras sensaciones,
también las olfativas, en ocasiones, es hasta terapéutico. Eso en la vida
cotidiana, y también en casos especiales.
Aunque a veces los olores no son tan agradables.
Pues por ejemplo, había un tema sobre el perfume, fundamental en el olor
humano, muy sencillo, además: un olor a sudor y a grasa, a queso rancio,
bastante repugnante, por cierto, que compartían por igual todos los seres
humanos y con el que se mezclaban los más sutiles aromas de cada aliento
individual.
En muchas ocasiones llegamos a tener explicaciones
sobre el olfato que se vuelven ideológicas como cuando nos preguntamos: ¿A qué
huele el mal? ¿A azufre? ¿A pedernal? ¿O acaso el mal se ha vuelto incoloro e
inodoro, como la mayoría del mundo moral? La banalidad del mal. ¿Es esa la razón de que ya no haya olores ni
alientos? ¿Habremos perdido esa capacidad de discernir intuitivamente lo bueno
de lo malo? No creo. No obstante, tal vez tengamos, para algunos malos olores,
la nariz insensibilizada, por saturación.
Según algunos estudios las mujeres tienen mejor
olfato que los hombres. Otros trabajos muestran que también son más intuitivas
de los estados de ánimo de los demás. En la medida en que no compartan la actitud que, según algunos, es más propia de los varones (para quienes tiende a
ser real solo lo que se puede ver y tocar, controlar, dominar) hasta puede ser
que tengan mejor olfato para lo sagrado, en cuanto a la deidad, no es
manipulable, pero se puede percibir en lo cotidiano. El olfato se convierte en
una metáfora de la capacidad de vivir esa dimensión humana, el cuerpo, pero no
solo en su aspecto visible, exterior, sino vivido interiormente, carne
invisible, sufriente y deseada. Intuición necesaria para una inteligencia que
siente, punto de partida de decisiones verdaderamente humanas.
La seducción vacía, hoy aclamada, termina siendo destructiva.
Pero es posible exhalar otro tipo de aroma, el que viene de una vida positiva.
El que sentimos en esas personas que atraen por sus cualidades, muy humanas,
pero que notamos que van más allá. Persuaden por un aire que emana de lo que
son y lo que hacen, aunque eso no parezca a primera vista nada extraordinario.
Todavía tenemos la capacidad de percibirlas, más allá de credos,
nacionalidades, u otras posibles diferencias. Y de imitarla
Me parece que estas personas son muy humanas, porque ayudan a esta gente no por ser migrantes, sino porque son personas necesitadas. Al menos por allá no hay tanto egoísmo, apatía como acá. Ya saben lo que siempre se dice: mientras a mí no me pase no me importa lo que le pase al otro.
ResponderEliminarMuchos pensamos que los sentidos solo sirven para una cosa (su propia función) pero no, nuestros sentidos van más allá de lo que nosotros nos imaginamos, nuestros sentidos son muy importantes ya que sin ellos también no podriamos percibir varias cosas. Nuestros sentidos son pat}rte importante y fundamental en nosotros; no necesariamente tenemos que tener todos los sentidos para poder percibir lo mismo que los demás, hay personas que no tienen unos sentidos, y aun así pueden comunicarse.
ResponderEliminarAl leer esta lectura, debo admitir que me soprendio muchisimo la manera tan especial en la que nuestros sentidos nos muestran otras cosas mas allà de su capacidad, sè que muchas veces nos damos cuenta del còmo es la persona con la que estamos hablando, pero francamente jamas me habia detenido a pensar en que lo hacemos con el simple hecho de observar, sin cruzar palabras, solo la mirada, o simplemente oler algo y que nos traiga miles de recuerdos. Me gusto mucho la lectura ya que aporto en mì un aprendizaje mas amplio acerca de nuestros sentidos. :D
ResponderEliminarMe pareció un artículo muy interesante ya que nos explica la función de los sentidos más allá, pocas veces o casi nunca, nos hemos puesto a reflexionar en nuestros 5 sentidos, aquí nos permite tener otra perspectiva acerca de éstos y que no podríamos prescindir de alguno de ellos. Sin embargo hay que personas que carecen de alguno y no obstante desarrollan más sus otros sentidos, reemplazando al otro. Son esenciales en la comunicación tanto humana como de los animales, me llamó la atención donde menciona al olfato porque es verdad, es tal vez el más "fino", con la vista o el oído podemos percibir cosas a distancia pero se distorsionan un poco, en cambio el olfato a distancia es infalible.
ResponderEliminarPara comenzar me gustaría mencionar que gran destreza de la persona y de las palabras utilizadas en la forma narrativa de este post, pues me parece como si fuera leyendo en algunas partes casi un poema que te guía y te deja experimentar no dejándote en la superficie del significado que desea transmitir, apoyándose en ejemplos y sumergiéndote con el sentir de nuestros sentidos (con apoyo de la imaginación y razón) para poder captar la esencia de los enunciados y palabras incluidos.
ResponderEliminarLos sentidos por lo general se ven muy afectados y olvidados en la sociedad, por eso pienso que muchas veces hay tantos conflictos y con ello se llega a tener tan diversas desgracias en el mundo que nos rodea, cuando solamente deberíamos recordar el poder de nuestro cuerpo para poder arreglar y convivir en sociedad.
De cierta manera nuestros sentidos son la representación de nuestras ideas de forma material, los demás nos perciben, nos observan y actúan conforme a lo que ven, la vista y lo poderoso que tiene sobre nosotros asi como el mismo oído que es realmente inquietante para mi el hecho de que actualmente tan complicado sea encontrar silencio en algún lugar.
El gusto como tan amplio pero tan cotidiano que no recordamos que el olfato y éste son con los que llegamos a concebirnos en la vida y formarnos olvidando el punto crucial que juegan estos pues como dice si no lo aprendimos de pequeños muy difícilmente los adquiramos de grandes, de hecho me parece asombroso como hemos con la evolución dejado atrás un poco el uso del olfato y su importancia, siendo que ahora tendemos a no usarlo tanto aunque sigue influyendo en la mayoría demasiado, su poder persuasivo menciona el texto.
Todos los sentidos son importantes para comunicarnos por ello mismo no debemos dejarlos a tras ni dejarlos por desapercibidos como muestra la lectura son parte fundamental de nuestra formación y vida y sin ello no podríamos concebirla como hoy la tenemos presente en varios aspectos.
antes de la lectura imaginaba y pensaba que mis sentidos eran cuadrados como el tacto, gusto, olfato, oído y la vista eran básicamente para percibir las cosas primordiales de la vida. en cambio hoy se que el olor de una persona; hasta el tocar una pared tiene un significado esencial. pues nos recuerdan fases ya experimentadas de nuestra vida en compañía o individualmente; y debemos de poner mas en practica lo que nos menciona la lectura puesto que si es correcto el decir que sin palabras y solamente con la observación podemos percibir la forma de una persona hablando físicamente y emocionalmente.
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